Entre la estatua y la pared

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En el Astillero infernal

Hemos enfurecido a la gente equivocada. Esos engendros de ojos rojos brillantes nos arrinconaron y las pocas municiones que trajimos no fueron suficientes para mantenerlos a raya. Desollaron a Stanley allí mismo, delante de nosotros, y mientras moría, sus ojos se tornaron rojos. Solo es cuestión de tiempo para que hagan lo mismo con los que quedamos.