Horca apestosa

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En el rancho de Arruda

¡Un desquiciado me atacó! Estaba como loco, fuera de control, y tenía unos ojos rojos que me helaron la sangre. Lo detuve con mi horca y huyó. El hedor que desprendía será difícil de olvidar. Ahora no soy capaz de sacar el mal olor de mi horca por muchas veces que la limpie. - M. Barovier