Día 2

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Necesario

Recuperé la conciencia en una especie de gran nido de tierra, sin saber si habían pasado meros instantes o días enteros. Me arrastré hacia la libertad, hacia la orilla del nido, con la celeridad de una presa herida. Guardé silencio, sin atreverme a mirar los estragos que la criatura había causado en mi carne por temor a gritar, pero conocía mi propósito y se movió rápidamente para detener mi camino. Y, aun así, no me abatió. Me inundó un terror lento cuando me di cuenta de que la criatura me quería, o me necesitaba, con vida.