Los obeliscos

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Lo que casi me destruyó fue que el explorador que regresó comenzara a hablar de los obeliscos. No eran como los que habíamos visto en el sur, ni como los que era habitual ver en el resto de la isla. Vio otros, más grandes, que los corrompidos estaban excavando. Y lo que es peor, había otros obeliscos que ya habían sido desenterrados… pero estos obeliscos, liberados de la tierra —y el explorador hizo una pausa aquí, porque creo que al fin comenzaba a darse cuenta de la trascendencia de sus palabras— parecían estar… vivos, flotando sobre pozos que eran como quistes en el paisaje, piedras flotantes, como la de la cima de la montaña, para ayudar a los corrompidos y sus sacerdotes a lograr sus propósitos. "Como si estuvieran reclamando una conquista", señaló. Sus ojos se abrieron al decir esto y, antes de que pudiera expresar su confusión, lo interrumpí. "No como las nuestras. Nunca como las nuestras. Una conquista que es suya, una que consumirá esta isla. Y al venir aquí, al aumentar sus filas, les hemos mostrado la forma de destruirnos". Debemos retirarnos a Brightwood. Otras personas deben enterarse de lo que hemos encontrado. – L. G., capitán en funciones